. Los viajes de Hector y Yolanda Los viajes de Hector y Yolanda: Viena, 20 de Agosto 2003

lunes, 30 de junio de 2008

Viena, 20 de Agosto 2003


Salimos de Praga con dirección a la capital de Austria, Viena, donde llegamos a la hora de comer (entre el trayecto en bus y las fronteras, ya que entonces la República Checa no pertenecía a la Unión Europea).

Antes de empezar, os dejo a la derecha un mapa sacado de esta web y como en los demás relatos, os dejo enlaces de otros blogs con viajes por la capital austriaca:
-Viatge addictes
-Escapadas de fin de semana
-Citizen


Lo más recomendable para desplazarse por la ciudad es utilizar el transporte público: metro, autobús y tranvía. La tarjeta Vienna Card ofrece la posibilidad de viajar de forma ilimitada y gratuita. El mismo abono facilita descuentos en museos y lugares de interés turístico. Hay versiones de esta tarjeta para 3, 4 y 7 días. Se vende en las oficinas de turismo locales, en los estancos y en las taquillas de transporte urbano.
Nosotros no la utilizamos, ya que sólo estuvimos 2 noches, y uno de los días teníamos visita guiada a la ciudad.


Después de comer dimos un paseo por el centro de Viena, donde vimos entre otros monumentos la Catedral de San Esteban, una de las joyas de la Viena imperial. Se halla en el mismo centro de la ciudad. Está coronada por 21.000 tejas vidriadas con el escudo de la ciudad. En el interior destacan los altares barrocos, un soberbio púlpito y el Museo Diocesano. Se realizan visitas guiadas por el interior.
Desde sus torres, en especial la Steffl, con 137 m de altura, se admira una completa vista de la ciudad (nosotros no subimos).Según dicen, merece la pena pagar los 4 € que cuesta subir a la torre (niños: 1,50 €). Si el día es claro divisarás hasta el Danubio. Además, aquí arriba se aloja un curioso personaje: la campana Pummerin. Pesa 20.000 kilos y sólo se pone en marcha para dar las campanadas de Nochevieja.
Podéis observarla en la foto de la izquierda sacada de Wikipedia.

La Musikverein, fue otro de los edificios que vimos por fuera. Este teatro de conciertos data del año 1870. Su Sala Dorada se ha hecho mundialmente famosa desde que, cada 1 de enero, la Orquesta Filarmónica de Viena interpreta el Concierto de Año Nuevo. El resto del año también hay una programación musical de alta calidad.

Más adelante aparece la
Ópera del Estado, el primer edificio público que se levantó en el Ring. Es mundialmente famosa por acoger a las figuras más ilustres de la lírica mundial y por el –tradición una vez más– baile anual de la Ópera, cuando las jóvenes aristócratas son presentadas al gran mundo.

Tras este paseo, nos llevaron al hotel, el cual ni menciono debido a su baja calidad pese a ser de “3 estrellas”. Bueno, más que un hotel, era una residencia de estudiantes que en verano hacia las veces de hotel.

Cerca de allí, entramos en el Belvedere. El palacio del príncipe Eugenio de Saboya está formado por dos edificios barrocos separados por bellos jardines. El Belvedere Inferior aloja piezas medievales y barrocas; el Superior, arte del siglo XIX, como las mejores obras de Klimt.
Los cuadros de Gustav Klimt, entre ellos los retratos dorados “El beso“ y “Judit”, constituyen el centro de atracción de la colección del Belvedere. Aquí impresionan tanto las obras maestras de Schiele y Kokoschka como las obras del Impresionismo francés, los trabajos maestrales de artistas como Waldmüller, Amerling y Fendi de la época Biedermeier vienesa o cuadros de Makart, Boeckl, Wotruba, Hausner, Hundertwasser y otros.
Los bustos con diversos gestos expresivos del escultor Franz Xaver Messerschmidt son conmovedores. La imágen del palacio de la derecha, es de mi compañero "el Marciano".

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Más tarde cogimos un autobús para acercarnos a uno de los lugares que más nos gustó de Viena, la llamada casa "Hundertwasser-Haus", el edificio municipal más curioso de la ciudad. Este edificio, situado en la esquina de las calles Kegelgasse y Löwengasse. Lo veis a la izquierda por "cortesía" de Wikipedia.
Casi nadie se queda indiferente a esta construcción, para algunos no es más que una copia barata de Antonio Gaudí, pero para la mayoría es una obra maestra de la arquitectura, un colorido oasis de armonía dentro de la tristeza gris monocroma de una gran ciudad. Su constructor, Friedensreich Hundertwasser, concibió la fachada con los colores más diversos, de forma que cada vivienda se distinguiera. El edificio está adornado con innumerables plantas, como en el tejado, cubierto al 100% con ellas.
Frente al edificio se encuentra el “Village” que es un pequeño pueblo comercial diseñado por el mismo arquitecto. Esto se nota por la ausencia de líneas rectas como los suelos irregulares, y la cantidad de plantas que hay. En el centro del pueblo hay un bar en cuya barra de mármol hay una cascada y el lecho de un río, de tal manera que al espectador le parece que el arroyo fluye en dirección ascendente.
Podéis ver este edificio en el siguiente vídeo grabado por nosotros:




Friedensreich Hundertwasser tiene otros edificios en Viena, algunos de los cuales vimos desde el autobús al entrar en la ciudad, como la Kunsthaus, la Planta Incineradora o el área de servicio de la autopista en Bad Fischau.
Con esto llegó la hora de cenar, y después, cuando ya anocheció nos dirigimos en metro al parque vienés Prater. Divertido y emocionante, y al mismo tiempo también apacible y tranquilo. En una parte encontrarás atracciones – desde el tiovivo nostálgico hasta una montaña rusa supermoderna – en otra parte el “Prater verde“, una zona llamada así por sus prados extensos, arboledas sombrías y caminos tranquilos.
El mapa-plano del Prater es de esta web.
La Noria Gigante o Riesenrad, a la que subimos para ver la ciudad iluminada desde 64,75 metros de altitud, está abierta todo el año y es una de las atracciones turísticas más visitadas de la metrópoli del Danubio. Fue construida entre 1896 y 1897 por el ingeniero inglés Walter Basset y fue en su época algo único. La foto de la izquierda es de Wikipedia.
Unas 250 atracciones componen el parque vienés Prater: desde casinos con máquinas tragaperras hasta circuitos de carreras, puestos para tirar con una pelota o un rifle, montañas rusas y trenes fantasma, incluso un simulador de vuelo. Después de dar un paseo y disfrutar de algunas de ellas, volvimos al “hotel” a dormir.

2 Comments:

Partimos.com said...

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libro said...

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