. Los viajes de Hector y Yolanda Los viajes de Hector y Yolanda: Un día en San Sebastián.

lunes, 24 de febrero de 2014

Un día en San Sebastián.

Como ya había contado en el artículo anterior, estábamos pasando unos días por el Norte aprovechando una boda de unos amigos en Estella.

San Sebastián, Playa de la Concha.
San Sebastián, Playa de la Concha.
Hoy le tocaba el turno a San Sebastián, donde íbamos a pasar toda una jornada.


La Catedral del Buen Pastor de San Sebastián.
ElBuen Pastor.
La situación de San Sebastián es privilegiada, en la desembocadura del río Urumea, a orillas del mar Cantábrico y enmarcada entre los montes de Igeldo y Urgull, se halla la ciudad que hoy nos ocupa, Donostia o San Sebastián, la capital de la provincia vasca de Guipúzcoa.

El mar Cantábrico ha modelado la historia y el carácter emprendedor de esta ciudad vasca, abierta a la bahía de La Concha y enmarcada por dos montes. El paseo por la Parte Vieja descubre iglesias barrocas y exquisitos pinchos donostiarras.

Y empezamos la visita precisamente por una de sus iglesias, más concretamente por la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián, el edificio religioso más notorio de la capital guipuzcoana, dotado de una acusada verticalidad, y el más grande de Guipúzcoa. Su construcción tuvo lugar en los últimos años del siglo XIX en un estilo historicista neogótico. Desde 1953 ostenta el rango de catedral.

El Paseo de la Concha.
El Paseo de la Concha.
Después decidimos hacer el Paseo de la Concha. Recorrer la avenida marítima más famosa del País Vasco, siguiendo la bahía de la Concha, formada por las playas de Ondarreta y La Concha (posiblemente la playa urbana más famosa de España), desde el puerto hasta el monte Igeldo. A mitad de recorrido se pasa junto a la Perla del Océano, los antiguos Baños Reales.

El Paseo de la Concha.
Izan y Yolanda  frente a la Isla de Santa Clara.
En el centro de la bahía se encuentra la perla de la concha, que es la Isla de Santa Clara.

Las playas de Ondarreta y La Concha.
Las playas de Ondarreta y La Concha.
Este agradable paseo sobre la playa permitirá apreciar la bahía en toda su extensión. Destacaría la barandilla, las farolas modernistas, la caseta real de baños y el pabellón de la Perla.

Isla de Santa Clara y Monte Urgull desde el Peine del Viento.
Isla de Santa Clara y Monte Urgull desde el Peine del Viento.
El Peine del Viento.
Izan y Yolanda en el Peine del Viento.
Al final de esta bonita ruta marítima, en la playa de Ondarreta, nos encontramos con el Peine del Viento, conjunto escultural de Eduardo Chillida que desafía las olas. Puede verse desde una plataforma cuyos orificios dejan pasar el viento marino.

Izan y Yolanda en el Peine del Viento.
Izan y Yolanda en el Peine del Viento.
Está compuesto por tres esculturas de acero, de 10 toneladas de peso cada una, incrustadas en unas rocas que dan al mar Cantábrico, cuyas olas las azotan.

El Peine del Viento.
Izan, Yolanda y yo en el Peine del Viento.
Aferrada a las rocas de la punta Torrepea, a los pies del monte Igeldo, la escultura de acero  cierra el paseo por la bahía de la Concha.

Monte Igeldo, San Sebastián.
Monte Igeldo.
Desde el Monte Igeldo, un baluarte natural sobre la costa, se admira la isla de Santa Cristina y la característica bahía de La Concha.  Un viejo funicular que parte desde el barrio de Ondarreta, trepa por la ladera hasta la cima del Monte Igeldo y tarda algo más de tres minutos en recorrer 312 metros de trayecto. En su cúspide se encuentra un parque de atracciones con casi un siglo de historia, que seguro que visitaremos con los niños si volvemos.

Parte Vieja de la ciudad, el tupido Monte Urgull.
Parte Vieja de la ciudad, el tupido Monte Urgull.
Casco antiguo de San Sebastián.
Casco antiguo .
En el otro extremo de esta bahía se levanta sobre el puerto y la Parte Vieja de la ciudad, el tupido Monte Urgull, sobre el donde quedan restos del castillo de La Mota; ambos ofrecen vistas sobre el conjunto de esta ciudad amable y llena de encanto.

Nosotros no tuvimos tiempo de subir a ninguno de los dos montes, pero seguro que cuando volvamos lo haremos.

Regresamos por donde habíamos venido para callejear por el casco antiguo, al pie del monte Urgull, lo que es como visitar un museo de historia y tradiciones vivas.

El lado opuesto al Peine del Viento en el Paseo de la Concha lo ocupa el Ayuntamiento. Este edificio, inaugurado en 1887 como Gran Casino,  tuvo su época de esplendor a principios del siglo XX.

Ayuntamiento de San Sebastián.
Ayuntamiento de San Sebastián.
La Casa Consistorial es una de las construcciones emblemáticas de Donostia y ocupa un lateral del tradicional parque Alderdi Elder, unos bellos jardines junto al mar. Tras la prohibición del juego, el espléndido edificio acabaría reconvirtiéndose en sede del Ayuntamiento.

Antiguo carrusel de los Jardines de Alderdi-Eder.
Antiguo carrusel de los Jardines de Alderdi-Eder.
Frente al Ayuntamiento se extienden los Jardines de Alderdi-Eder, lo que podría traducirse por “hermoso paraje”. Un carrusel de aire antiguo nos traslada a viejos tiempos y, como es lógico si viajas con niños, Izan se dio un paseo en él. Desde aquí se disparan los estruendosos fuegos artificiales que iluminan la bahía las noches de Semana Grande.

Pintxos.
Pintxos.
Tras el Ayuntamiento entramos a la parte vieja. El casco antiguo es una zona de gran animación diurna y nocturna, gracias a los suculentos pintxos que sirven sus numerosas tabernas.

La forma más popular de disfrutar de la cocina donostiarra es probar sus pintxos, tapas que se suelen degustar de pie, junto a la barra y acompañados de un txakolí, el vino blanco de la zona.

La gastronomía, además de manifestación artística y cultural, es una pasión reconocida y aireada como tal, jamás escondida. De hecho, la ciudad tiene tantas estrellas Michelín como París.

De pintxos por San Sebastián.
De pintxos por San Sebastián.
Entre tapa y tapa (o pintxo y pintxo) fuimos visitando los lugares más emblemáticos del casco antiguo de Donosti, como la Basílica de Santa María, un gran ejemplo del barroco del siglo XVIII que ocupa el lugar de una antigua iglesia gótica.

Basílica de Santa María.
Basílica de Santa María.
Aunque su origen es anterior, data del siglo XVIII y tiene elementos góticos, churriguerescos y neoclásicos. El santo Sebastián está presente por partida doble, en una escultura de la fachada y en un lienzo de Boccia en el altar, que preside la Virgen del Coro, patrona de la ciudad. Dice la leyenda que la pequeña figura de la Virgen morena se hallaba en el coro de la iglesia y que un religioso, cansado de subir para venerarla, quiso llevársela a su casa ocultándola bajo la sotana. Al acercarse a la puerta, se quedó inmovilizado, sin poder salir. A raíz del hecho se colocaría la imagen en el altar mayor. El 14 de agosto, la basílica ha de dejar abiertas sus puertas ante la avalancha de fieles que acude al tradicional acto de la Salve, en el que canta el Orfeón Donostiarra.

El Puerto, inseparable de la Parte Vieja, es uno de los lugares más entrañables de la ciudad. En uno de sus lados se encuentra el Museo Naval, el Aquarium (otra de las visitas ineludibles si volvemos con los niños) y las tascas del puerto guardan la esencia de ciudad marinera de Donostia. El puerto es pequeño comparado con el de otros pueblos marineros, pero, en cambio, es único, reconocible desde cualquier perspectiva.

Plaza de la Constitución, San Sebastián.
Plaza de la Constitución, San Sebastián.
El centro de la Parte Vieja es la plaza de la Constitución, en cuyos balcones aún se ven los números de cuando acogía corridas de toros desde su inauguración en 1722.

Puente de María Cristina. San Sebastián.
Puente de María Cristina. San Sebastián.
Abandonamos el casco antiguo poniendo rumbo al Puente de María Cristina, el más famoso de los cuatro puentes cruzan el río Urumea (Kursaal, Santa Catalina, María Cristina y Mundaiz o «cuarto puente»). Destacan en él las cerámicas de Daniel Zuloaga (Dragoncitos, motivos marinos y los escudos de San Sebastián y el primitivo de Gipuzkoa), la barandilla, las farolas y los cuatro conjuntos escultóricos sobre templetes inspirados en los del puente de Alejandro III en París. Seguramente, el más bello puente sobre el río Urumea sea esta construcción profusamente decorada que conecta con la Estación del Norte.

Puente de Santa Catalina de San Sebastián.
Puente de Santa Catalina de San Sebastián.
El siguiente puente dirigiendo nuestros pasos hacia en mar es el Puente de Santa Catalina, el más antiguo de todos. En el siglo XIV ya hay referencias a la existencia de un puente de madera que unía por aquí las dos márgenes del Urumea. Después de muchas transformaciones, el sobrio puente de Santa Catalina sigue siendo la principal vía de tránsito entre ambas orillas.

Hotel María Cristina de San Sebastián.
Hotel María Cristina de San Sebastián.
Unos metros más abajo, pasamos frente al Hotel María Cristina. El arquitecto francés Charles Mewes, autor de los hoteles Ritz de París y Madrid, diseñó este establecimiento hotelero de lujo. Sus cinco estrellas se convierten en muchas más cada setiembre, cuando en sus suites se alojan las grandes figuras invitadas al Festival Internacional de Cine.

Siguiendo el curso del río llegamos de nuevo al mar, más concretamente a la Playa de la Zurriola,  una de las tres playas de la ciudad de San Sebastián, situada entre la desembocadura del río Urumea y el monte Ulía, con tiene una longitud aproximada de 800 metros.

Playa de la Zurriola, Kursaal.
Playa de la Zurriola, Kursaal.
También en la desembocadura del río Urumea se eleva el Kursaal. La imagen vanguardista del Auditorio y Palacio de Congresos de San Sebastián levantó polémica cuando se inauguró en 1999, aunque hoy es otro de los símbolos de la ciudad.

Kursaal.
Kursaal iluminado.
La obra de Rafael Moneo está compuesta por dos grandes cubos de cristal emplazados junto a la boca del río Urumea, que se asemeja a una nave a punto de partir. En el Kursaal se celebran el Festival Internacional de Cine, el Festival de Jazz y la Quincena Musical, entre otros eventos. También alberga el restaurante dirigido por el cocinero Martín Berasategui.

El día no dio para más, así que doy por finalizado el artículo.

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